Imagínate que eres un mono
No te estoy diciendo que seas un mono.
Te estoy diciendo que te lo imagines.
No hace falta que el mono que te imagines sea un primate de los que te roban la comida en Gibraltar, como me pasó cuando llegué allí y abrí el maletero del coche para hacer unos bocadillos.
No es necesario que seas un mono tan listo. Pero tampoco tan gilipollas como yo, claro.
Tampoco te hablo del típico gorila salvaje que guía a la manada y se enchufa a cualquier mona que se le ponga delante.
Basta con que te imagines un mono de esos que se rascan la cabeza con la mano y mira para un lado y para otro.
Indeciso.
Inseguro.
O sea, simplemente, un mono del montón.
Todavía menos, podría valer con que te imagines ser un saltamontes.
O una mosca.
Bien.
En este maravilloso ejercicio de transformación físico-mental, considera esta como tu nueva vida.
(Sonido de insectos invertebrados y monos en los árboles)
No tienes casi inteligencia.
No tienes que ir a la escuela.
No aprendes nada.
No puedes interpretar relaciones de causa-efecto.
No puedes predecir en el medio plazo. Ni en el largo plazo.
No puedes montarte una película de porqué suceden las cosas.
No puedes proyectar el futuro.
Bien.
En este nuevo entorno pequeño y limitado, hay algo que sabes hacer muy muy bien.
Mucho mejor que algunos humanos con inteligencia suprema.
-Sabes que como se te acerque un bicho o alguna cosa peligrosa, violenta, muy grande o poderosa, sales corriendo más rápido que el mono que me robó el pan en Gibraltar.
-Sabes que como te metas en una pelea con otro mono o con otro bicho y te pegue un buen guantazo, es buena idea salir corriendo.
-Sabes que si le pegas tu la ostia y lo dejas seco, vas a rematarlo.
En definitiva, eres bueno prediciendo cosas muy muy pequeñas que pueden pasar en un combate, para luchar por tu superviviencia.
Pero no tienes ni idea de predecir otro tipo de cosas.
Y lo sabes.
Lo más importante: si fallan tus pequeñas predicciones, asumes que te has equivocado.
Dicho esto.
Te puedo prometer una cosa.
En esta nueva situación de capacidades y habilidades super reducidas, es posible conseguir grandes resultados invirtiendo. Incluso mucho mejores que cualquier:
-Cuentacuentos narrativo que explica las decisiones de compra o venta de miles de millones de inversores.
-Economista tertuliano con una fina "prenda" alargada y agarrada al cuello que se afloja para poder respirar, mientras te cuenta la causa de lo que ha sucedido en el mundo.
-Conferenciante flagelante que promueve la idea de que hay que comprar barato y con margen de seguridad, pero que luego no pone ni stop-loss por si falla.
Esto es así.
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